Cuando realizo la pregunta ¿Es la ética una decisión personal?, no estoy indicando con ello que sea imposible generar en una organización el sentimiento de hacer “lo que se debe hacer” en cada momento. Tal y como a continuación expongo.
“Los hombres solo son buenos de una manera. Malos de muchas” Aristóteles. Ética a Nicómaco.
Sinceramente pienso que sí. La ética es solo una decisión personal. Sé que esta opinión admite críticas.
Con frecuencia leo referencias a la creación de “cultura ética” en las organizaciones.
Los estándares internacionales hablan de ello. La Fiscalía General del Estado… literatura de compliance. Bla, bla, bla… esto y lo otro y lo de más allá. Es como cuando le hablamos a los perros. “Te he dicho cientos de veces que no entierres el hueso en el césped, Ron”. Pero lo que el perro oye es: “bla, bla, bla, Ron”
La ética, una decisión personal
Cuando digo que la ética es una decisión personal, no estoy diciendo que sea imposible generar en una organización un sentimiento de pertenencia a un club de personas que hacen “lo que se debe hacer” en cada momento. Ello es posible, sin duda.
Ciertamente, los comportamientos, en la mayor parte de las ocasiones, son grupales. Existe la imitación. El “allí donde fueres, haz lo que vieres” es indudablemente un poderoso imán.
El ejemplo es inmensamente poderoso. Cuando hay un liderazgo y este predica con el ejemplo, la fuerza de ello es irresistible. Si alguien que sea líder sube a tomar un cerro a pecho descubierto, sin temor al fuego enemigo, su unidad lo sigue sin plantearse las consecuencias, incluso aunque estas entrañen la propia muerte. Tal es la capacidad del ser humano para asumir que lo que hace el líder lo podemos hacer nosotros.
Sin embargo, existen realidades. Experimentos. Estudios del comportamiento.
¿Qué ocurre cuando nos enfrentamos solos a determinadas decisiones que entrañan adoptar una u otra posición respecto a valores?
Que prima el interés personal.
Existen cien mil ejemplos que nos conducen a una única respuesta: las decisiones éticas son personales. El “darse cuenta” de algo es siempre, inevitablemente, un acto personal. Podemos influir, sin duda, pero siempre que consigamos trasladar que “no nos importa” la decisión de otro.
Sé que mi opinión no se alinea con los estándares sobre compliance. Bla, bla, bla, compliance y tal y tal…
Estoy seguro de que cualquiera de nosotros tiene cientos de experiencias personales en las que hubo un momento en el que tuvimos que decidir, y esa decisión, lo sabíamos, tenía un fuerte componente ético. No hablo de situaciones extremas en las que está en juego tu vida o la de las personas a quienes amas, hablo de situaciones cotidianas, habituales, intrascendentes…
ALGUNOS EJEMPLOS NO INVENTADOS
“Si nos consigues que tu empresa firme un compromiso para llevar la comunicación y ser vuestra agencia de medios, tienes asegurado un 4% de la facturación”.
Ante esa propuesta solo caben dos opciones: Primera: “Jesús, yo te presentaré al director de Marketing y, si os ganáis la propuesta, fenomenal para nuestra empresa y para la vuestra. No quiero volver oír hablar de eso que me dices”. Segunda: “Haré lo que esté en mi mano. Si lo consigues, ya hablaremos”.
La segunda entraña un plus de desastre.
NO SEAS NEGATIVO
“Creo que este dinero que nos están facturando por ese trabajo es una pérdida. No hay valor en él y nada de lo que se dice en el informe es real. Nos están timando”.
“¿Cómo puedes ser tan negativo? Esos son pelos que nos tenemos que dejar en la gatera si queremos salir adelante”.
SI NO ESTÁS CON NOSOTROS ESTÁS CONTRA LA COMPAÑÍA
“Las ratios de depreciación de estos activos no son correctos. En realidad, los activos ya no valen nada. Habría que deshacerse de ellos o darlos de baja y contabilizar la pérdida”.
“Estás enfermo. Ni los inversores tienen tu visión. Parece que juegas en contra de la empresa. Si no estás con nosotros, mejor deberías buscar otro sitio”.
POR QUÉ NO TE OCUPAS DE TUS ASUNTOS
“Tenemos un grave problema con la calidad del producto. No somos capaces de dar con la solución y al final los clientes se darán cuenta. Los distribuidores empiezan a protestar”.
“No digas sandeces. El producto está testado y la gente de postventa se está ocupando de ello. Los clientes siempre protestan, y para eso ya tenemos un departamento que da respuestas adecuadas. Mejor ocúpate de tu zona de ventas”.
TUS OBJETIVOS NO SE CUMPLEN
“¿Por qué no mejora tu mercado este trimestre? “Tenemos un problema con nuestro principal competidor: está ofreciendo ventajas que van en contra de las normas de ese mercado”.
“¿Me estás diciendo que nuestros competidores son más listos que nosotros? Para eso no necesitamos un departamento de Desarrollo”.
TRANSPARENCIA, ANTE TODO
“Ahora analizaremos las cifras de retorno de la inversión. Como veréis no son muy positivas”.
“Antonio, te advertí que no quería que esas cifras se discutieran en el Comité de Riesgos. No se te ocurra comentarlas aquí. Retira esa información y ya lo hablaremos tú y yo en privado”.
DENUNCIA QUE ALGO QUEDA
“Me dice mi jefe que se ha recibido una denuncia sobre cuestiones relacionadas con los pagos a nuestros agentes comerciales en Ruritania. ¿Sabes algo de ello?”.
“Sí, son denuncias anónimas. Me ha dicho el jefe que mejor no les demos pábulo. Probablemente se trata de cuestiones relacionadas con alguna venganza de empleados descontentos con el director de Operaciones en esa zona”.
ASÍ VAS MAL
“Según los objetivos deberíamos haber hecho formación sobre este asunto en Ruritania, pero no hemos gastado nada del presupuesto en ello”.
“Si estuviéramos gastando dinero en formación en Ruritania no cobrarías tu bonus anual”.
Todos ellos son ejemplos reales. ¿Les suenan? ¿Son estas situaciones en las que la ética personal juega un papel relevante?
Habrá quien diga que no. Y yo digo que sí…
Luis Ávila
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